Como lidiar con nuestros ángeles y demonios interiores

El ser humano es una unidad compleja: es simultáneamente hombre-cuerpo, hombre-psique y hombre-espíritu. Detengámonos un momento en el hombre-psique, es decir, en su mundo interior, urdido de emociones y pasiones, luces y sombras, sueños y utopías. Así como hay un universo exterior universo exterior, hecho de órdenes-desórdenes-nuevos órdenes, de horribles devastaciones y de emergencias prometedoras, así también hay un mundo interior, habitado por ángeles y demonios. Ellos revelan tendencias que pueden llevarnos a la locura y a la muerte, y energías de generosidad y de amor, que nos pueden traer autorrealización y felicidad.

Como observaba el gran conocedor de los meandros de la psique humana C.G. Jung: el viaje rumbo al propio Centro, debido a estas contradicciones, puede ser más peligroso y largo que el viaje a la Luna y las estrellas.

Entre los pensadores de la condición humana, hay una cuestión nunca resuelta satisfactoriamente: ¿cuál es la estructura de base de nuestra interioridad, de nuestro ser psíquico? Son muchas las escuelas de interpretación.

Resumiendo, sostenemos la tesis de que la razón no aparece como la realidad primera. Antes de ella hay todo un universo de pasiones y emociones que agitan al ser humano. Por encima de ella está la inteligencia, por la cual intuimos la totalidad, nuestra apertura al infinito y el éxtasis de la contemplación del Ser. Las razones comienzan con la razón. La razón en sí misma es sin razón. Ella simplemente está ahí, indescifrable.

Pero ella remite a dimensiones más primitivas de nuestra realidad humana, de las que se alimenta y que la atraviesan en todas sus expresiones. La razón pura kantiana es una ilusión. La razón viene siempre impregnada de emoción y de pasión, hecho aceptado por la moderna cosmología. La cosmología contemporánea incluye en la idea de universo no solo energías, galaxias y estrellas, sino también la presencia del espíritu y de la subjetividad.

Conocer es siempre entrar en comunión interesada y afectiva con el objeto del conocimiento. Apoyado por una pléyade de otros pensadores, siempre he sostenido que el estatuto de base del ser humano no reside en el cogito cartesiano (en el yo pienso, luego existo), sino en el sentio platónico-agustiniano (en el siento, luego existo), en el sentimiento profundo. Este nos pone en contacto vivo con las cosas, percibiéndonos parte de un todo mayor, siempre afectando y siendo afectados. Más que ideas y visiones de mundo, son las pasiones, sentimientos fuertes, experiencias germinales, el amor y también sus contrarios, los rechazos y los odios avasalladores, lo que nos mueve y nos pone en marcha.

La razón sensible hunde sus raíces en el surgimiento de la vida, have 3,8 miles de millones de años, cuando irrumpieron las primeras bacterias y comenzaron a dialogar químicamente con el medio para poder sobrevivir. Ese proceso se profundizó a partir del momento en que surgió el cerebro límbico de los mamíferos, have más de 125 millones de años, cerebro portador de cuidado, de ternura, cariño y amor por la cría. Es la razón emocional que alcanzó nivel autoconsciente e inteligente con los seres humanos, pues también somos mamíferos.

El pensamiento occidental es logocéntrico y antropocéntrico y puso siempre bajo sospecha la emoción, por miedo a perjudicar la objetividad de la razón. En algunos sectores de la cultura se creó una especie de lobotomía, es decir, una gran insensibilidad ante el sufrimiento humano y los padecimientos por los cuales ha pasado la naturaleza y el planeta Tierra.

En los días actuales nos damos cuenta de que es urgente, al lado de la razón intellectual irrenunciable, incluir decididamente la razón sensible y cordial. Si no volvemos a sentir con afecto y amor a la Tierra como nuestra Madre y a nosotros como la parte consciente e inteligente de ella, difícilmente nos moveremos para salvar la vida, sanar heridas e impedir catástrofes.

Uno de los méritos innegables de la tradición psicoanalítica, a partir de su maestro fundador Sigmund Freud, fue el haber establecido científicamente la pasionalidad como la base, en grado cero, de la existencia humana. El psicoanalista trabaja no a partir de lo que el paciente piensa sino a partir de sus reacciones afectivas, de sus ángeles y de sus demonios, buscando establecer cierto equilibrio y una serenidad interior sostenible.

Toda la cuestión es cómo enseñorearnos creativamente de nuestra pasionalidad de naturaleza volcánica. Freud se centra en la integración de la libido, Jung en la búsqueda de la individuación, Adler en el control de la voluntad de poder, Carl Rogers en el desarrollo de la personalidad, Abraham Maslow en el esfuerzo de autorrealización de las potencialidades latentes. Se podrían citar otros nombres como Lacan, Reich, Pavlov, Skinner, la psicología transpersonal y la cognitiva comportamental, y otros.

Lo que podemos afirmar es que independientemente de las distintas escuelas psicoanalíticas el hombre-psique se ve obligado a integrar creativamente su universo interior siempre en movimiento, con tendencias diabólicas y simbólicas, destructivas y constructivas. Por aciertos y equivocaciones vamos procesualmente descubriendo nuestro camino.

Nadie podrá sustituirnos. Estamos condenados a ser maestros y discípulos de nosotros mismos.

How to Deal with our Inner Angels and Demons

The human being is a complex unit: it is simultaneously man-body, man-psyche and man-spirit. Let’s dwell for a moment on the man-psyche, that is, his inner world, made up of emotions and passions, light and shadows, dreams and utopias. Just as there is an outer universe, made up of order-disorder-new orders, of horrible devastations and of promising emergencies, there is also an inner world, inhabited by angels and demons. They display tendencies that can take us to madness and death, and impulses of generosity and love that can bring us self-realization and happiness.

As observed by C. G. Jung, who well knew the pathways of the human psyche: the journey to our own Center, due to these contradictions, can be longer and more dangerous than a trip to the Moon and the stars.

Among the philosophers of the human condition, there is a question that has never been satisfactorily resolved: what is the basic structure of our interior, of our psychic being? There are many schools of thought.

In short, we affirm the thesis that reason is not the first reality. Before it, there is a whole universe of passions and emotions that arouse the human being. Above reason there is intelligence, through which we sense totality, our openness to the infinite and the ecstasy of contemplating the Being. Reasons start with reason. Reason itself is without reason. Reason is simply there, indecipherable.

But reason carries us to the more primitive dimensions of our human reality, those that nourish reason and that run through all its expressions. Kantian pure reason in an illusion. Reason always comes saturated of emotion and passion, a fact accepted by modern cosmology. Contemporary cosmology includes in the concept of the universe not only energies, galaxies and stars, but also the presence of the spirit and of subjectivity.

To know always involves entering into an interested and affective communion with the object of knowledge. Supported by many other thinkers, I have always maintained that the basic form of the human being does not reside in the Cartesian cogito (in the, I think, therefore I am), but in the Platonic-Augustinian sense (in the I feel, therefore I am), in the profound feeling. This puts us in live contact with things, making us aware of being part of a larger whole, always affecting and being affected. More than world ideas and visions, it is the passions, strong feelings, germinal experiences, love, and their opposites as well, the rejections and the overwhelming hatreds, that move us and propel us forward.

Sensible reason finds its roots in the moment life appeared, some 3.8 thousand million years ago, when the first bacteria erupted and started to dialogue chemically with the environment, in order to survive. That process deepened when, more than 125 million years ago, the organized brain of the mammals appeared, a brain that carried caring, tenderness, affection and love for the newly born. The emotional reason reached a level of self consciousness and intelligence in the human being, because we also are mammals.

Western thought is logic-centric and anthropocentric, and always held emotion under suspicion, for fear of harming the objectivity of reason. In some sectors of culture, a sort of lobotomy was created, that is, a great insensibility for human suffering and for the problems which nature and planet Earth have endured.

We now realize that it is urgent to definitively include sensible and cordial reason, in addition to intellectual reason, which cannot be replaced. If we cannot get back to feeling, with affection and love for the Earth as our Mother and for us as her conscious and intelligent organ, it will be difficult for us to mobilize to save life, heal the wounds, and prevent catastrophes.

One of the undeniable values of the psychoanalytical tradition, starting with Sigmund Freud, its founding master, was to have scientifically established passion as the basis, at level zero, of human existence. The psychoanalyst works not from what the patient thinks but from his affective reactions, from his angels and demons, seeking to establish a certain equilibrium and a sustainable inner serenity.

The question is how to creatively take control of our volcanic passions. Freud dwells on the integration of the libido, Jung in the search for individuation, Adler in will power control, Carl Rogers in the development of personality, Abraham Maslow in the effort of self realization of latent potentialities. Other names could be mentioned, such as Lacan, Reich, Pavlov, Skinner, transpersonal psychology and cognitive behaviorism, among others.

What we can affirm is that independently of the different psychoanalytical schools, the man-psyche sees himself as forced to creatively integrate his inner universe, always in motion, with the diabolic and symbolic tendencies, destructive and constructive. Through a process of successes and mistakes, we discover our path.

No one could take our place. We are condemned to be the teachers and disciples of ourselves.

Código Florestal: futuro das águas e da vida

Roberto Malvezzi é um dos que melhor conhece as questões ecológicas do semi-árido e tem contribuido com reflexões cientificamente bem fundadas acerca do novo Código Florestal a ser votado nos próximos dias pelo Senada e depois pelo Legislativo.As florestas são mais que um problema ecológico. Elas representmm um problema vital. Sem florestas não há água e sem água não há vida. Publico o presente texto de Malvezzi por nos dar o contexto da atual discussões,elencar os interesses que estão em jogo e nos fornecer o tópicos mais importantes do texto.LB

O CÓDIGO FLORESTAL: TEXTO E CONTEXTO

1) Contexto.

A humanidade atravessa um momento onde um bilhão de pessoas passa fome e 1,2 bilhões não tem um copo de água limpo para beber. Fome e sede continuam sendo os problemas fundamentais da humanidade.

Porém, para alguns cientistas, como James Lovelock, diante do Aquecimento Global todos os outros problemas humanos são irrelevantes. Ele tem o dom de tornar pior todas as tragédias humanas, inclusive a fome e a sede. O Aquecimento Global tem entre suas causas a emissão de CO2 na atmosfera pela derrubada e queima de florestas. Na contribuição perversa do Brasil nesse problema, o desmatamento é o fator número um.

No século XIX Malthus já debatia com seus contemporâneos o agravamento da disponibilidade mundial de alimentos diante do crescimento populacional. A humanidade cresceria de forma geométrica, enquanto a produção de alimentos cresceria de forma aritmética. Entretanto, a chamada revolução verde, a base de químicos e maquinários agrícolas, conseguiu multiplicar a produção de alimentos para além do crescimento populacional. A tese de Malthus, portanto, caiu por terra.

Entretanto, na Cúpula Mundial do Meio Ambiente em 2002, Johanesburgo, África do Sul, um documento da ONU trazia um novo olhar sobre a questão, fazendo uma interessante conexão entre água (water), saúde (Health), energia (energy), agricultura (agriculture) e biodiversidade (biodiversity). Por isso, em inglês, o documento acabou rotulado pelas iniciais WEHAB.

A constatação do documento era crucial, isto é, a produção mundial de alimentos tinha se multiplicado às custas da devastação dos solos, da contaminação e uso intensivo água, da biodiversidade, além do saqueio dos territórios das comunidades tradicionais. Apesar da produção de algumas comodities agrícolas ter se multiplicado, multidões estavam passando fome e sede, particularmente no meio rural. Portanto, não existia a mágica da revolução verde, a não ser que suas conseqüências nefastas sobre o meio ambiente e as populações fossem ocultadas. Hoje, quando se fala que temos produção agrícola para saciar toda a humanidade, sendo o problema apenas de acesso, se oculta em que bases destrutivas essa produção está acontecendo.

Para se estabilizar demograficamente, os estudos mais recentes nos dizem que a humanidade deverá chegar a nove bilhões de pessoas m 2050, dois a mais que os atuais sete bilhões. Esse é outro argumento para pressionar a produção de alimentos.

Para agravar o cenário, o documento prevê que o aumento da população iria direcionar a produção agrícola para “áreas frágeis e de risco”, piorando ainda mais a sustentabilidade ambiental da produção agrícola.
Para evitar essa insanidade o documento faz as seguintes recomendações:

. redução da degradação da terra;
. melhorar a conservação, alocação e manejo da água;
. proteção da biodiversidade;
. promover o uso sustentável das florestas;
. informações sobre o impacto da mudança climática.”

2) O Texto.

É nesse contexto mundial de degradação de solos, escasseamento da água, erosão da biodiversidade e florestas, crescimento populacional e o Aquecimento Global para agravar o que já é complexo, que se coloca a proposta de alteração do Código Florestal Brasileiro. As propostas para alteração no Código têm como argumento fundamental o aumento da produção de alimentos.

Há tempos já se sabia que o Brasil era rico em solos, água, sol e biodiversidade. Entretanto, há tempos também se sabe que os solos do Cerrado, Caatinga e Amazônia são frágeis, nem sempre aptos para a agricultura. A prova é que a pecuária e agricultura já deixaram para trás 80 milhões de hectares de terras degradados. Hoje fala-se em recuperar essas áreas, mas a verdade é que se prefere avançar sobre novas áreas “´frágeis e de risco”, como já advertia a ONU.

As mudanças no Código Florestal vêm nesse contexto de quebrar as barreiras legais para o avanço da agricultura e pecuária sobre essas áreas. As mais simbólicas são exatamente as áreas de preservação permanente, como as matas ciliares dos rios, e morros com inclinação acima de 45º. Mas, não é só. Também se quer ampliar a área de desmatamento na Amazônia para fins agrícolas.

O gatilho que disparou a reação violenta dos ruralistas é a execução das multas originadas por crimes ambientais, sobretudo o desmatamento das áreas de preservação ambiental. Acossados pela execução das multas, decidiram mudar as leis. Portanto, legislam em causa própria.

Mas, o argumento público é a produção de alimentos, fartamente repetido pelos empresários do agronegócio, mas agora também por setores dos pequenos agricultores. Nesse sentido, além de questões técnicas, existem dimensões políticas e éticas permeando essas alterações.

No contexto geral, essa agricultura brasileira baseada na ampliação do desmatamento, do avanço sobre as áreas frágeis e de risco, sobre os mananciais de água, mostra-se insustentável a médio e longo prazo. Esse modelo não tem como se sustentar – precisa de 5,2 litros de veneno por brasileiro para produzir e já consome 70% de nossa água doce – mesmo que dê respostas econômicas para a exportação imediata.
Esse é o nó da questão: o Brasil reprimarizou sua economia. Agora essas comodities agrícolas representam 36% das exportações brasileiras (www.porkworld.com.br), enquanto no regime militar a agricultura não representava muito mais que 8%. Com a demanda mundial por soja, etanol, carnes – e agora minérios para sustentar a demanda chinesa -, o Brasil tem quebrado todas as leis – vide Código Florestal, Código Minerário, etc. – para facilitar a vida do capital desses ramos econômicos, mais que nunca poderosos do ponto de vista econômico e político. Vale recordar que a produção de alimentos no Brasil, 70% vem da agricultura familiar, não da empresarial (Censo Agropecuário 2006).

Dados recentíssimos afirmam que 64% da área desmatada da Amazônia se destinaram à pecuária e apenas 5% à agricultura (F.S.Paulo 02/09/2011 – 15h13). Diante dos fatos, os argumentos em favor das mudanças perdem força.

Portanto, fechar os olhos para os interesses dos grupos envolvidos, e fechar os olhos sobre os impactos desse tipo de agricultura sobre a natureza e as comunidades, sobretudo, fechar os olhos sobre a lógica predadora e acumulativa dessa disputa, é decididamente tomar partido daqueles que criaram a crise da sustentabilidade. O que está em jogo é o solapo dos bens naturais – solos, água, biodiversidade – que sustentam a humanidade. Podemos produzir mais agora, mas, decididamente, vamos comprometer as bases naturais para as gerações futuras.

3) As Alterações no Código e os Pequenos Agricultores.

Um problema de ordem prática que se coloca é que muitos pequenos agricultores também estão entre os que depredaram suas áreas de preservação permanente e plantaram em morros com inclinação acima de 45º. Ainda mais, muitas das pequenas propriedades estão nesses morros. Portanto, estão impedidos de ampliar sua área agrícola.

Primeiro, para tratar dessa questão, não é necessário fazer as mudanças no Código Florestal que estão sendo propostas. Nesse sentido, os pequenos estão sendo bois de piranha dos grandes interesses. Há propostas de ocupar essas áreas com árvores frutíferas e outros manejos que tenham finalidade econômica e ao mesmo tempo respeitar a demanda da natureza. O Código tem base científica e, vale lembrar, que a ciência protesta contra as mudanças exatamente porque foi posta de fora dessas decisões. Os cientistas que participam foram convenientemente escolhidos pelos interessados na mudança do Código.

A simples possibilidade que agricultores com até quatro módulos sejam poupados pela mudança do Código, já fez com que áreas enormes já estejam sendo retalhadas para se enquadrarem no novo padrão legal. Portanto, mascara, mas não resolve o problema.
Além do mais, não se resolve um problema social criando mais um problema ambiental. Muitas das pequenas propriedades são inviáveis não porque respeitam as leis ambientais, mas porque são minifúndios, portanto, tecnicamente são áreas pequenas demais para viabilizar a vida de uma família naquele espaço. Portanto, a questão remete à concentração da terra no Brasil, não ao problema ambiental da preservação em si mesmo. Ele só aparece porque não há espaço outro para a expansão da atividade familiar.

4) Novas técnicas agrícolas e preservação.

Surgiram algumas técnicas para garantir a produção e evitar, por exemplo, a erosão dos solos. Uma delas é o chamado “plantio direto”. Evita-se o revolvimento do solo com máquinas, praticamente plantando sobre as palhas da cultura anterior as novas sementes. De fato, diminui em muito a erosão. Esse tipo de técnica está sendo usado como argumento para facilitar o desmatamento em função da agricultura extensiva.

Mas, é bom lembrar que o plantio direto não evita a força dos ventos, muito menos tem a capacidade de fixar carbono que as florestas têm. Além do mais, exige doses colossais de venenos. Portanto, é preciso olhar a questão no seu conjunto.

Quanto à redução das matas ciliares, evidente que ter 12 metros é melhor que não ter nenhum metro. Mas, é preciso lembrar que só na área de Minas Gerais, nascentes do São Francisco, mais de 1200 pequenos riachos foram extintos, o que vai impactando diretamente na força do rio, nesse caso o São Francisco. Quando chove há água, mas quando ele precisa de seus afluentes e aquíferos de abastecimento – aqüífero Urucúia -, então o rio mostra a fragilidade a partir do desmatamento do Cerrado. Entre vegetação e água existe uma conexão indissolúvel.

É importante pensar a partir dos biomas, mas é essencial pensar a interconexão dos biomas. Por exemplo, o grande reservatório de águas do Brasil está no Cerrado. Ele abastece as bacias do sul (Prata), Nordeste (São Francisco) e Norte (Araguaia-Tocantis) e Amazônica. Preservar os Cerrados é preservar grande parte das águas brasileiras.

O Aquecimento Global, pelos estudos já realizados, vai aumentar a temperatura do semiárido, diminuir disponibilidade de solos agrícolas em torno de 1,5% ao ano e diminuir a disponibilidade hídrica. A perda total de solos agrícolas do semiárido pode chegar a 60% em alguns estados em 50 anos (Embrapa Semiárido). A Amazônia tende a tornar-se uma savana. Acontece que grande parte das chuvas que caem no sul e sudeste do Brasil tem sua origem no rio aéreo (umidade lançada no ar e ao vento pelas plantas) que desce da Amazônia para o sul. Sem Amazônia não há, portanto, agricultura no sul e sudeste.

Portanto, modificar todo esse sistema complexo, no qual a vegetação tem influência decisiva, é mais que temerário, é uma loucura. Quebrar a legislação por interesses econômicos e corporativos, assim facilitando a quebra das leis da natureza, é ainda mais temerário.
Portanto, um interessante posicionamento da CNBB, do ponto de vista ético, é fundamental. O imperativo de vencer a fome a sede imediatamente não pode comprometer o suporte natural de vencer a fome e a sede das gerações futuras.

Outra atitude interessante da CNBB seria ouvir o mundo da ciência, particularmente aqueles que discordam das mudanças propostas, já que eles reclamam não estarem sendo ouvidos.

5) Novas atitudes.

Por outro lado, diante da Campanha da Fraternidade desse ano, muitos agricultores começaram de forma espontânea ou organizada a reagir ao desmatamento. Há agricultores na Chapada Diamantina refazendo matas ciliares, assim como a comunidade extrativista de Serra do Ramalho na região da Lapa, assim como um interessante trabalho de recuperação de rios da Cáritas em Rio dos Cochos, em Minas.
Há agricultores na caatinga cultivando as árvores nativas como a aroeira e o angico. Enfim, há uma outra linhagem de pensamento que não a imediatista, mesmo no meio dos pequenos agricultores.

Enfim, como vamos produzir comida para toda a humanidade? Essa é uma resposta em construção. Em todo caso, segundo a ONU, não será devastando solos, consumindo água além do sustentável, erodindo a biodiversidade que a humanidade encontrará uma saída para a fome, a sede, desta e das futuras gerações.

É possível vencer a fome e a sede em outro modelo agrícola e agrário, mas esse é um desafio do tamanho da humanidade.

Nesse caso, mais que nunca, cabe o princípio da precaução.

Como lidar com os anjos e demônios interiores

O ser humano constitui uma unidade complexa: é simultaneamente homem-corpo, homem-psiqué e homem-espírito. Detenhamo-nos no homem-psiqué, vale dizer, no seu mundo interior, urdido de emoções e paixões, luzes e sombras, sonhos e utopias. Como há um universo exterior, feito de ordens-desordens-novas ordens, de devastações medonhas e de emergâncias promissoras, assim há também um mundo interior, habitado por anjos e os demônios. Eles revelam tendências que podem levar à loucura e à morte e energias de generosidade e de amor que nos podem trazer autorealização e felicidade.

Como observava o grande conhecedor dos meandros da psiqué humana C.G. Jung: a viagem rumo ao próprio Centro, devido a estas contradições, pode ser mais perigosa e longa do que a viagem à Lua e às estrelas.

Há uma questão nunca resolvida satisfatoriamente entre os pensadores da condição humana: qual é a estrutura de base de nossa interioridade, de nosso ser psíquico? Muitas são as escolas de intérpretes.

Resumindo, sustentamos a tese de que a razão não comparece como a realidade primeira. Antes dela há todo um universo de paixões e emoções que agitam o ser humano. Acima dela há inteligência pela qual intuimos a totalidade, nossa abertura ao infinito e o êxtase da contemplação do Ser. As razões começam com a razão. A razão mesma é sem razão. Ela simplesmente está aí, indecifrável.

Mas ela remete a dimensões mais primitivas de nossa realidade humana das quais se alimenta e que a perpassam em todas as suas expressões. A razão pura kantiana é uma ilusão. A razão sempre vem impregnada de emoção e de paixão, fato aceito pelo moderna epistemologia. A cosmologia contemporânea inclui na idéia do universo não apenas energias, galáxias e estrelas mas também a presença do espírito e da subjetividade.

Conhecer é sempre um entrar em comunhão interessada e afetiva com o objeto do conhecimento. Apoiado por uma plêiade de outros pensadores, tenho sempre sustentado que o estatuto de base do ser humano não reside no cogito cartesiano (no eu penso, logo sou), mas no sentio platônico-agostiniano (no sinto, logo existo), no sentimento profundo. Este nos põe em contacto vivo com as coisas, percebendo-nos parte de um todo maior, sempre afetando e sendo afetados. Mais que idéias e visões de mundo, são paixões, sentimentos fortes, experiências seminais, o amor e também seus contrários, as rejeições e os ódios avassaladores que nos movem e nos põem marcha.

A razão sensível lança suas raizes no surgimento da vida, há 3,8 bilhões de anos, quando as primeiras bactérias irromperam e começaram a dialogar quimicante com o meio para poder sobreviver. Esse processo se aprofundou a partir do momento em que surgiu o cérebro límbico, dos mamíferos, há mais de 125 milhões de anos, cérebro portador de cuidado, enternecimento, carinho e amor pela cria. É a razão emocional que alcançou o patamar autoconsciente e inteligente com os seres humanos, pois somos também mamíferos.

O pensamento ocidental é logocêntrico e antropocêntrico e sempre colocou sob suspeita a emoção por medo de prejudicar a objetividade da razão. Em alguns setores da cultura, criou-se uma espécie de lobotomia, quer dizer, uma grande insensibilidade face ao sofrimento humano e aos padecimentos pelos quais tem passado a natureza e o planeta Terra.

Nos dias atuais, nos damos conta da urgência de, junto com a razão intelectual irrenunciável, importa incluir fortemente a razão sensível e cordial. Se não voltarmos a sentir com afeto e amor a Terra como nossa Mãe e nós, como a parte consciente e inteligente dela, dificilmente nos moveremos para salvar a vida, sanar feridas e impedir catástrofes.

Um dos méritos inegáveis da tradição psicanalítica, a partir do mestre-fundador Sigmund Freud, foi o de ter estabelecido cientificamente a passsionalidade como a base, em grau zero, da existência humana. O psicanalista trabalha não a partir do que o paciente pensa mas a partir de suas reações afetivas, de seus anjos e demônios, buscando estabelecer certo equilíbrio e uma serenidade interior sustentável.

A questão toda é como nos assenhorear criativamente de nossa passaionalidade de natureza vulcânica. Freud se centra na integração da libido, Jung na busca da individuação, Adler no controle da vontade de poder, Carl Rogers no desenvolvimento da personalidade, Abraham Maslow no esforço de autorealização das potencialidades latentes. Outros nomes poderiam ser citados como Lacan, Reich, Pavlov, Skinner, a psicologia transpessoal e a cognitiva comportamental e outros.

O que nos é permitido afirmar é que, independentemente, das várias escolas psicanalíticas e filosóficas, o homem-psiqué se vê obrigado a integrar criativamente seu universo interior sempre em movimento, com tendências dia-bólicas e sim-bólicas, destrutivas e construtivas. Por acertos e erros vamos, processualmente, descobrindo nosso caminho.

Ninguém nos poderá substituir. Somos condenados a ser mestres e discípulos de nós mesmos.