Fe y política más allá del fundamentalismo

Estamos en tiempo de elecciones. Muchos sectores de las distintas Iglesias, también de la católica, se movilizan alrededor de proyectos para el país y de candidatos a varios cargos. Es el momento de clarificar un poco cómo se da la relación entre fe y política.

En primer lugar hay que distinguir entre una política escrita con p mayúscula y otra con p minúscula, o entre la política social (P) y la política partidaria (p).

La política social (P) se relaciona con el bien común de la sociedad; así por ejemplo, la organización de la salud, la red escolar, los transportes, los salarios, etc. tienen que ver con la política social. Luchar para conseguir un centro de salud en el barrio, unirse para traer la línea de bus hasta lo alto del monte es hacer política social.

Esa política significa la búsqueda común del bien común. En ese nivel todos los ciudadanos y todos los cristianos católicos o evangélicos pueden y deben participar.

La política partidaria (p) representa la lucha por el poder del estado para conquistar el gobierno municipal, estatal y federal. Los partidos políticos existen en función de llegar al poder, ya sea para cambiarlo (proceso liberador), ya sea para ejercerlo así como se encuentra constituido (gobernar el estado que existe). El partido, como la misma palabra dice, es parte y parcela de la sociedad, no toda la sociedad. Cada partido tiene detrás intereses de grupos o de clases que elaboran un proyecto para toda la sociedad. Si llega al poder del estado (gobierno) van a dirigir llevar a cabo las políticas públicas conforme a su programa y a su visión partidaria de los problemas.

Con referencia a la política partidaria es importante considerar los siguientes puntos: ver cuál es el programa del partido; cómo entra el pueblo en este programa, si fue discutido en las bases, si atiende a las reclamaciones históricas del pueblo; si prevé la participación del pueblo, mediante sus movimientos y organismos, en su concepción, implementación y control; quienes son los candidatos que representan el programa, qué biografía tienen, si están en la lista de ficha sucia, si han mantenido siempre una ligazón orgánica con las bases, si son verdaderamente aliados y representantes de las causas de la justicia y del cambio social necesario o si quieren mantener las relaciones sociales así como están, con las contradicciones e injusticias que encierran.

Este último modo de poder político ha sido ejercido históricamente por nuestras élites a fin de beneficiarse de él, olvidando el sujeto de todo el poder que es el pueblo.

¿Cómo entra la fe en todo esto?

La fe tiene que ver directamente con Dios y su designio sobre la humanidad, pero está dentro de la sociedad y es una creadora de opinión y de decisión. Funciona como una bicicleta; tiene dos ruedas mediante las cuales se vuelve efectiva en la sociedad: la rueda de la religión y la rueda de la política.

La rueda de la religión se concreta por medio de la oración, las celebraciones, las predicaciones y por la lectura de las Escrituras.

Mediante la rueda de la política la fe se expresa a través de la práctica de la justicia, de la solidaridad, de la denuncia de la corrupción. Como se ve, política aquí es sinónimo de ética. Tenemos que aprender a mantener el equilibrio encima de las dos ruedas para poder andar correctamente.

La Biblia considera la rueda de la política como ética más importante que la rueda de la religión como culto. Sin ética, la fe se vuelve vacía e inoperante. Son las prácticas y no las prédicas las que cuentan para Dios. Mejor que proclamar «Señor, Señor» es hacer la voluntad del Padre que es amor, misericordia, justicia, cosas todas prácticas, por tanto, éticas.

Concretamente, fe y política se encuentran juntas en la vida de las personas. La fe incluye la política, es decir, un cristiano por el hecho de ser cristiano debe empeñarse por la justicia y el bienestar social; también debe optar por programas y personas que se aproximen lo más posible a aquello que entiende ser el proyecto de Jesús y de Dios en la historia. Fue lo que resaltó el Papa Francisco cuando estuvo en Brasil.

Pero la fe transciende la política, porque la fe se refiere también a la vida eterna, a la resurrección de la carne, a la transformación del universo, cosa que ninguna política social y ningún partido o estado pueden prometer.

El paso de la fe a la política partidaria no es directo, es decir, de la Biblia no se deduce directamente el apoyo a un determinado partido ni el deber de votar a una persona, ni cuánto debe ser el salario mínimo. La Biblia no ofrece soluciones, sino inspiraciones para que se pueda escoger bien el partido y crear un salario digno. Para un cristiano en la línea de lo que viene insistiendo el Papa Francisco, la política debe ser

– liberadora: no basta reformar la sociedad que está ahí; es importante otro modelo de sociedad que permita más inclusión mediante la participación, la justicia social.

– liberadora a partir de las mayorías pobres y excluidas: debe empezar desde bien abajo, pues así no deja fuera a nadie; si comenzase por los asalariados o por la burguesía dejaría fuera, desde el principio, a casi la mitad de la población excluida.

– una política que use métodos liberadores, es decir, que use procesos de participación del pueblo, de abajo hacia arriba y de dentro hacia fuera; esa política pretende más que una democracia representativa/delegaticia, una democracia participativa por la cual el pueblo con sus organizaciones ayude a discutir, a decidir y a resolver las cuestiones sociales. Esa fue la gran reclamación de las manifestaciones de junio de 2013 y que se exige firmemente ahora.

– una democracia ecológico-social que respete los derechos de la Madre Tierra, de los ecosistemas, de los animales y de los seres de la creación con los cuales mantenemos relaciones de interdependencia.

Una política así es una de las formas más altas de amor social.

Traducción de José María Gavito Milano

Faith and Politics beyond fundamentalism

We are in an election cycle. Many sectors of the different Churches, the Roman Catholic included, mobilize around projects for the country and candidates for several positions. This is the moment to clarify the relationship between faith and politics.

In the first place, we should distinguish between politics written with a capital P, and another with a small p, or between social politics (P) and party politics (p).

Social politics (P) is related to the common good of society; for example, the organization of health care, the school system, transportation, salaries, etc., are related to social politics. To struggle for a neighborhood health center, uniting to bring a bus line to the top of a mountain, is to engage in social politics.

That form of politics means the common search for the common good. All citizens and all Christians, Catholics or Evangelicals, can and must participate in that level of politics.

Party politics (p) represents the struggle for state power, to control the municipal, state and federal governments. The function of the political parties is to obtain power, to change it (the process of liberation), or to wield it as it is presently constituted (to govern the state as it exists). The party, as the very word implies, is a part, a piece of society, not all of society. Each party represents the interests of groups or classes that undertake projects for the whole society. If they achieve state power (govern) they will try to put into practice public policies according to their program and their party’s vision of the problems.

In terms of party politics, it is important to consider the following: to understand the party’s program; what place the people have in this program, whether it was discussed by the bases, whether it considers the historic demands of the people; whether it provides for popular participation, through its movements and organs, in its conception, implementation and control; who are the candidates that represent the program, what is their biography, whether they are on a blacklist, whether they have always maintained an organic link with the bases, whether they are truly allied with and representative of the causes of justice and necessary social change, or whether they want to keep social relations as they are, with all the contradictions and injustices that implies.

This mode of political power has been historically exercised by our elites for their own benefit, forgetting the subject of all power, that is the people.

How does faith enter into all of this?

Faith has to do directly with God and with God’s design for humanity, but it is within society and is a creator of opinion and decisions. It functions like a bicycle; it has two wheels through which it becomes effective in society: the wheel of religion and the wheel of politics.

The wheel of religion becomes concrete through prayer, celebrations, preaching and the reading of the Scriptures.

Through the wheel of politics, faith is expressed by practicing justice and solidarity, and denouncing corruption. As we can see, politics here is synonymous with ethics. We have to learn to maintain equilibrium over the two wheels to be able to act correctly.

The Bible considers the wheel of politics as ethics more important than the wheel of religion as cult. Without ethics, faith becomes empty and fruitless. Practices and not preaching are what have worth to God. Better than proclaiming, «Lord, Oh Lord» is to do the will of the Father, that is love, mercy and justice, things that are practical, and therefore ethical.

Concretely, faith and politics are together in people’s lives. Faith includes politics, that is, a Christian because of being a Christian, must strive for justice and social well being; s/he must also opt for programs and persons that are as close as possible to that which is understood as the project of Jesus and God in history. Pope Francis emphasized that when he was in Brazil.

But faith reaches beyond politics, because faith also refers to eternal life, to the resurrection of the flesh, to the transformation of the universe, something that no social politics, no political party or state can promise.

The passage from faith to party politics is not direct, that is, from the Bible is not directly deduced the support of a given political party, a person’s the duty to vote; or how much the minimum wage should be. The Bible does not offer solutions, but the inspiration to be able to make a good choice of party, and to create a dignified wage. For a Christian who follows the line on which Pope Francis keeps insisting, politics should be:

–liberating: it is not enough to transform the society that exists; what is important is a different model of society, one that is more inclusive, and through participation, facilitates social justice.

– liberating, starting with the poor and excluded majorities: it must begin from the very bottom, because that way no one is left out; if it started with the salaried worker or the bourgeoisie, it would omit, from the start, almost half of the excluded population.

– a politics that uses liberating methodologies, that is, one that facilitates participation by the people, from the bottom up and from the inside out; a politics that offers more than a representative/delegating democracy, but a participative democracy through which the people with their organizations help to discuss, decide and solve social questions. That was the great demand of the June 2013 demonstrations, which is firmly entrenched now.

– a socio-ecological democracy that respects the rights of Mother Earth, of the eco-systems, the animals and all beings of creation with which we maintain interdependent relations.

This kind of politics is one of the highest forms of social love.

A política entre a utopia e a realidade

Antes de abordarmos, suscintamente, a questão complexa da política faz-se mister distinguir, como já fizemos em artigo anterior, a política com P maiúsculo que é a busca comum do bem comum. Dela todos os cidadãos participam. Existe ainda a política com p minúsculo que consiste na política partidária, que como a palavra sugere, é parte e não o todo. São os agrupamentos políticos com ideologia e projeto (é o que mais nos falta no Brasil) que buscam o poder de estado para a partir dele e de seus aparelhos governar o município,os estados e a federação.

Importa ainda conscientizar o fato de que a política mais que qualquer outra realidade, participa da ambiguidade inerente à condição humana que nos faz simultaneamente dementes e sapientes, sim-bólicos e dia-bólicos, numa palavra, nos revela intrincadas de contradições. Por isso, por um lado, dizem os Papas a política é a mais alta forma do amor e, por outro, contém deformações lamentáveis como o patrimonialismo e a corrupção. Rubem Alves deixou escrito: “a política como missão é atividade das mais nobres; como profissão é a mais vil”. Dai viver a política em permanente crise. A nossa é de baixa intensidade, pois o povo não se sente representados pelos parlamentares, muitos deles vivendo de negociatas e de aproveitamento dos bens públicos. Mas ela pode sempre melhorar e transformar-se, segundo o ideario dos mestres Norberto Bobbio e Boaventura de Souza Santos, num valor universal a ser vivido em todas as instâncias, da família, dos sindicatos até no centro do poder do estado. O ideal é que cheguemos a uma democracia sem fim, um projeto sempre inacabado porque sempre perfectível.

Não secundamos um pragmatismo preguiçoso, sem sonhos e destituído de vontade de aperfeiçoamento. Infelizmente, esta é a tendência dominante, particularmente, no quadro da pós-modernidade para a qual qualquer coisa vale (anything goes) ou só vale o que está na moda. E está contaminando os jovens que se sentem desiudidos com a política.

Entretanto, uma pessoa ou uma sociedade que já não sonha e que não se orienta por utopias, escolheu o caminhou de sua decadência e de seu desaparecimento. Sem utopia não se alimenta a esperança. Sem esperança não há mais razões para viver e o desfecho fatal é a auto-diluição. A utopia desempenha função insubstituível, pois ela relativiza as realizações históricas concretas e mantém o processo sempre aberto a novas incorporações. Numa palavra, a utopia nos fazer andar. Jamais alcançaremos as estrelas. Mas que seriam nossas noites sem elas? São elas que espantam os fantasmas da escuridão e nos enchem de reverência face à majestade de um céu estrelado. Porque temos estrelas, não tememos a escuridão.

Precisamos, portanto, de uma utopia para a política, para que desempenhe a função pela qual existe: organizar a sociedade, montar um Estado, distribuir os poderes e realizar a busca comum do bem comum para todos, sem privilégios e discriminações. Isso vale tanto para a Política em P maiúsculo quanto a políitica em p minúsculo. Ambas precisam incorporar a ética do bem comum, da responsabilidade coletiva, da transparência e da retidão em todos os negócios onde estão envolvidos os poderes públicos sempre contra a corrupção.

Quando confrontamos a política realmente existente e a utopia da política notamos imensas contradições. Há um constrangimento poderoso que pesa sobre a política: o fato de a política hoje estar submetida à economia e ao mercado que se regem por uma feroz competição deixando totalmente à margem a cooperação e os valores da cooperação, fundamentais para uma convivência civilizada. Isso faz com que os valores não materiais, ligados à justiça social, à gratuidade, ao cuidado, à solidariedade, ao trato humano com as pessoas, à liberdade de expressão ocupam um lugar irrelevante quando não são feitos também mercadorias, colocadas na banca do mercado e exploradas por conhecidos populistas ou por todo um mercado de literatura de auto-ajuda que mais ilude que ilumina.

Ora, destes valores altamente positivos vive fundamenalmente a política que se entende como prática da ética social. Não é suficiente a denúncia das diferentes corrupções, deixando-as impunes.Importa  apresentar formas alternativas e legais de realizar os projetos políticos. Facilmente caímos no moralismo como se somente com a moral se resolvem todos os problemas

A Igreja Católica ajuda a criar uma ética pessoal, de retidão e integridade. Há políticos que incorporam esta ética (ética na política). Mas ela não elaborou suficientemente uma ética social e política que trabalha as instituições, os braços longos do poder que devem ser transparentes e um serviço público (ética da política). É nesse campo que ocorrem as perversões da política.

Especialmente grave é o financiamento privado das eleições que se traduz por troca de favores e implica alta corrupção.

No Brasil com tradição patrimonialista, quer dizer, o político facilmente considera seu o bem público e se apropia dele sem maiores escrúpulos. É roubo do pão que falta na mesa do pobre, é livro que o estudante não tem, é remédio inacessível ao enfermo necessitado.

A desejada reforma política que deve ser feita sem tardança reintroduziria a ética na política pois para Aristóteles, o fundador do discurso político,  política e ética eram ainda sinônimos.

Discutir o aborto por amor à vida

Custa-me crer que haja pessoas que defendam o aborto pelo aborto. Ele implica eliminar uma vida ou interferir num processo vital que culmina com a emergência da vida humana. Eu pessoalmente sou contra o aborto pois amo a vida em cada uma de  suas fases e em todas as suas formas.

Mas esta afirmação não me torna cego para uma realidade macabra que não pode ser ignorada e que desafia o bom senso e os poderes públicos. Por ano fazem-se no Brasil cerca de 800 mil abortos clandetinos. A cada dois dias morre uma mulher vítima de um aborto clandestino mal assistido.

Essa realidade deve ser enfrentada não com a polícia mas com uma saúde pública responsável e com senso de realismo. Considero farisaica a atitude daqueles que de forma intransigente defendem a vida embrionária  e não adotam a mesma atitude face às milhares de crianças nascidas  e  lançadas na miséria, sem comida e sem carinho, perambulando pelas ruas de nossas cidades. A vida deve ser amada em todas as suas formas e idadees e não apenas em seu primeiro alvorecer no seio da mãe. Cabe ao Estado e à toda a sociedade criar as condições para que as mães não precisem abortar.

Eu mesmo assisti, nos degraus da catedral de Fortaleza, uma mãe famélica, pedindo esmola e amamentando o filho com o sangue de seu próprio seio. Era a figura do pelicano. Perplexo e tomado de compaixão a levei até a casa do Cardeal Dom Aloisio Lorscheider onde lhe demos toda a assistência possível.

Mesmo assim ocorrem abortos., sempre dolorosos e que afetam profundamente a psiqué da mãe. Narro o que escreveu um eminente psicanalista da escola junguiana de São Paulo, Léon Bonaventure, na introdução que fez a um livro desafiador e instigante e não livre de questionamento: Aborto: perda e renovação: um paradoxo na busca da identidade feminina (Paulus 2006) de Eva Pattis, uma psicanalista infantil de origem suiça, reconhecida em seu meio.

Conta Léon Bonaventure, com sutileza de um fino psicanalista para quem a espiritualidade constitui uma fonte de integração e de cura de feridas da alma.

Uma senhora procurou um sacerdote e lhe confessou que havia outrora praticado um aborto. Depois de ouvir sua confissão o sacerdote, com profundo senso humano lhe perguntou: “que nome havia dado ao seu filho”? A mulher, perplexa,  ficou calada por longo tempo.

Então disse o sacerdote:”vamos dar-lhe um nome. E se a senhora concordar vamos também batizá-lo”.

A  senhora anuíu com a cabeça. E simbolicamene assim o fizeram. Depois o sacerdote falou do mistério da vida humana. Disse: “há vidas que vem a esta Terra por 10, 50 e até 100 anos; outras jamais verão a luz do sol. No calendário litúrgico da Igreja há a festa dos Santos Inocentes, no dia 28 de dezembro, aqueles que Herodes mandou matar no momento em que a Divina Criança veio ao mundo. Que esse dia seja também o dia de aniversário de seu filho”.

“Na tradição cristã” continuou o sacerdote,  “os filhos eram sempre vistos como um presente de Deus e uma benção para a vida. No passado nossos pais iam à Igreja oferecer seus filhos a Deus. Nunca é tarde para você também oferecer seu filho a Deus”.

O sacerdote terminou sua fala com as seguintes palavras consoladoras:”Como ser humano não posso julgá-la. Mas se  você pecou contra a vida, o Deus da vida pode reconciliá-la com a vida e com Ele. Vá em paz e viva”.

O Papa Francisco sempre recomenda misericórdia, compreensão e ternura na relação dos sacerdotes para com os fiéis. Esse sacerdote viveu avant la lettre esses valores profundamente humanos e que pertencem à prática do Jesus histórico. Que eles possam inspirar a outros sacerdotes a terem a mesma humanidade.