El clero de Nicaragua se convierte en un “enemigo terrible” de Ortega

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Silvio José Báez, obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Managua, y el cardenal Leopoldo Brenes, a la izquierda de él, hablan con los habitantes de Masaya. Credit Marvin Recinos/Agence France-Presse — Getty Images

En medio de la puja, alguien hirió en el brazo al obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Managua, Silvio José Báez, y arrancó la insignia de su sotana. Finalmente los empujones terminaron y los clérigos sacaron al grupo (paramédicos y misionarios franciscanos que estaban allí refugiándose de la turba).

Báez le restó importancia al incidente.

“Lo que la gente está viviendo es mucho más serio”, dijo a los reporteros que acompañaron a los clérigos.

La Iglesia católica está en el frente de batalla de un conflicto cada vez más radical entre el gobierno autoritario del presidente Daniel Ortega y una amplia oposición que quiere sacarlo del poder. En un país donde la Iglesia frecuentemente ha estado involucrada en la política, los sacerdotes son testigos y también parte en la crisis que ha sacudido a la nación durante los últimos tres meses y se ha cobrado la vida de alrededor de trescientas personas.

“Nosotros seguimos siendo pastores y un auténtico pastor de la Iglesia católica nunca estará con los verdugos”, dijo Báez. “Siempre estará con las víctimas”.

En los primeros días de las protestas, Ortega apeló a los obispos para que actuaran como mediadores en negociaciones con la oposición, una alianza heterogénea de grupos distintos: estudiantes, asociaciones de negocios y organizaciones agrícolas. Sin embargo, a medida que el gobierno intensificó su represión contra los opositores, Ortega ha dejado de tratar a los obispos como mediadores neutrales, y los simpatizantes del gobierno han desatado ataques contra los religiosos y las iglesias.

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Policías bloquearon el ingreso a la Parroquia de Jesús de la Divina Misericordia en Managua este mes. Paramilitares leales al gobierno atacaron la iglesia durante una noche de disparos con armas de fuego. Credit Oswaldo Rivas/Reuters

El gobierno “ya le declaró la guerra a la Iglesia”, dijo Juan Sebastián Chamorro, integrante de la alianza opositora.

“Un auténtico pastor de la Iglesia católica nunca estará con los verdugos. Siempre estará con las víctimas”.

Silvio José Báez, obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Managua

Si bien la Iglesia en general ha tratado de borrar el equilibrio entre mediador y defensor, fue Báez quien se convirtió en el rostro de la oposición, con una fuerte presencia en redes sociales. Ese papel le da la libertad de denunciar al gobierno sin reservas.

“Aquí lo que hay es un Estado armado contra una población desarmada”, dijo durante una entrevista en el seminario en el que vive en las afueras de Managua. “Esta no es guerra civil”.

En las calles, la Iglesia defiende a los miembros de la resistencia, incluidos los ciudadanos que resguardan barricadas hechas con adoquines para proteger sus vecindarios de la Policía Nacional de Nicaragua y su personal paramilitar.

Báez, de 60 años, argumentó que no hay contradicción entre una tarea y la otra.

“Pero una cosa que tiene que quedar clara es que ser mediadores en la mesa de diálogo no nos hace neutrales ante la injusticia, ante las violaciones a los derechos humanos, ante la muerte de inocentes”, dijo.

La campaña del gobierno contra los manifestantes se volvió más violenta en las últimas dos semanas, a medida que se acercaba el 19 de julio, aniversario de la Revolución sandinista de 1979 que llevó a Ortega al poder por primera vez. Casi cada día, convoyes de camionetas Toyota llenas de paramilitares enmascarados llegaban a comunidades rebeldes al sur de Managua para derribar las barricadas.

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Cargando un ataúd con el cuerpo de un manifestante durante un enfrentamiento con fuerzas leales al gobierno en Masaya, Nicaragua Credit Cristóbal Venegas/Associated Press
“Aquí lo que hay es un Estado armado contra una población desarmada”.

Silvio José Báez, obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Managua

Los manifestantes mueren cada día y muchos más han resultado heridos y han sido arrestados a medida que la resistencia endurece su postura ante el gobierno de Ortega y su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo. La mayoría de los muertos eran civiles, algunos adolescentes, aunque también  han muerto policías.

Ahora los propios sacerdotes se han convertido en blancos. Ortega dedicó buena parte de su discurso el 19 de julio a señalar a la Iglesia: acusó a los obispos de tratar de derrocar su gobierno electo e incluso de usar algunas iglesias para esconder armas.

“Yo pensaba que eran mediadores, pero no”, dijo. “Estaban comprometidos con los golpistas, eran parte del plan de los golpistas”.

Ortega ha rechazado una propuesta de los obispos de adelantar las elecciones de 2021 al próximo año y ha calificado a los opositores como terroristas.

Los ataques a la Iglesia han ido creciendo desde que Ortega se refirió a ellos por primera vez hace una semanas como aquellos que “nos maldicen en nombre de instituciones religiosas“.

Dos días después, Báez, junto con el arzobispo de Managua, el cardenal Leopoldo Brenes, y el nuncio papal, Waldemar Sommertag, respondieron al llamado para rescatar a un grupo de misioneros franciscanos y paramédicos atrapados en la basílica en Diriamba, a una hora al sur de la capital, y se encontraron con la turba furiosa.

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El presidente Daniel Ortega, a la derecha, en Managua este mes. Denunció a aquellos que “nos maldicen en nombre de instituciones religiosas”. Credit Alfredo Zúñiga/Associated Press

Posteriormente, paramilitares asediaron una iglesia en el límite del principal campus universitario en Managua tras atacar y expulsar a los estudiantes que habían ocupado el predio durante dos meses. Los estudiantes que se refugiaron en la Parroquia de Jesús de la Divina Misericordia junto con sacerdotes y periodistas resistieron una noche de disparos con armas de fuego hasta que los obispos consiguieron su liberación al amanecer.

“Gobierno de Nicaragua atraviesa el límite de lo inhumano y de lo inmoral”, escribió Báez en su cuenta de Twitter en español, inglés e italiano y finalizó con una petición: “¡La comunidad internacional no puede ser indiferente!”.

En un mensaje pastoral publicado el mismo día, los obispos sumaron su frustración al enojo de Báez, al declarar que el gobierno había mostrado no tener voluntad política en las negociaciones porque se rehusaba a abordar cualquiera de las propuestas que pudieran hacer avanzar la democracia.

“Los representantes estatales”, escribieron los obispos, “han tergiversado el objetivo principal por el cual se instaló la mesa del diálogo nacional”.

No todos están convencidos de que las críticas de la Iglesia al gobierno de Ortega son lo mejor para las negociaciones hacia una transición pacífica.

La Iglesia tiene un doble papel, entre la mediación y la protección, lo que la pone en una posición delicada al colaborar en el diálogo entre el gobierno y la oposición con el objetivo de lograr una transición pacífica, dijo Jaime Wheelock, quien fue un comandante revolucionario junto a Ortega.

Wheelock apoya el papel de la Iglesia en el diálogo, pero advirtió que Ortega podría decidir que la Iglesia “no es un mediador constructivo”.

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Estudiantes que protestaron son recibidos por familiares y amigos después de salir de un sitio de varias horas realizado por fuerzas que apoyan al gobierno. Credit Jorge Torres/EPA, vía Shutterstock

No obstante, María López Vigil, una exmonja que escribe frecuentemente sobre la Iglesia nicaragüense, dijo que ha crecido el reconocimiento al hecho de que los sacerdotes —muchos de los cuales han recibido amenazas de muerte— están arriesgando sus vidas en nombre de la democracia.

“Ellos oran por nosotros, interceden por nosotros”, dijo María José Téllez Flores, de 34 años, después de que Báez y Brenes hablaran el mes pasado en el pueblo de Masaya. “Tenemos la seguridad de que ellos van a estar siempre apoyándonos”.

El involucramiento de la Iglesia en la política nicaragüense es una historia intrincada con décadas de antecedentes. La jerarquía de la Iglesia conservadora condenó la dictadura de Somoza, pero al principio se rehusó a aceptar a los sandinistas.

Para la primavera de 1979, los obispos emitieron una carta pastoral en la que denunciaban a la dictadura de Somoza como una tiranía y en julio, cuando los sandinistas llegaron a Managua, el arzobispo Miguel Obando y Bravo realizó una misa para darles la bienvenida.

No obstante, el arzobispo y la jerarquía de la Iglesia se pusieron en contra del nuevo gobierno sandinista cuando sus políticas marxistas se endurecieron. El papa Juan Pablo II suspendió a cuatro sacerdotes que tenían puestos en el gobierno sandinista después de que se negaran a dejar el cargo.

Durante los ochenta, el gobierno de Ortega fue conocido por extorsionar y poner a sacerdotes católicos en posiciones comprometedoras. El arzobispo Obando y Bravo se convirtió en el rostro de la oposición política civil de Nicaragua mientras Estados Unidos apoyó a una fuerza militar contra los sandinistas

Miembros de las fuerzas especiales de Nicaragua en Masaya Credit Oswaldo Rivas/Reuters

Después de perder la elección presidencial en 1990 —y mientras planeaba su camino de regreso al poder—, Ortega se acercó a la Iglesia católica.

En 2004, Ortega pidió perdón por los ataques sandinistas contra la Iglesia durante la década de los ochenta. El año siguiente, el cardenal Obando y Bravo casó a Ortega y Murillo.

Conforme la elección de 2006 se acercaba, Ortega dio su apoyo al llamado de la Iglesia para imponer una prohibición total del aborto. Con el apoyo sandinista, la prohibición se convirtió en ley diez días antes de que las elecciones volvieran a poner a Ortega en la presidencia.

Ya en el cargo, comenzó a desmantelar todos los candados y contrapesos a su poder: reconfiguró el poder judicial, el Congreso y el instituto electoral para mantener su control. La mayoría de los críticos lo vieron como una traición, pero el cardenal Obando y Bravo se mantuvo de su lado hasta que murió, el mes pasado.

“Tenían ellos su Iglesia que era el cardenal Obando y Bravo”, dijo José Alberto Idiáquez, rector de la Universidad Centroamericana en Managua. El cardenal “tuvo un papel importante durante la guerrilla sandinista y Somoza, pero luego él estaba como a servicio de ellos. Entonces, ellos no necesitaban mucho de los actuales obispos”, dijo Idiáquez.

El resto de la jerarquía de la Iglesia trazó su propio camino, explicó. En una carta dirigida a Ortega en 2014, los obispos advirtieron que la concentración de poder en sus manos era un peligro alarmante. “Era una carta que si la lees, tiene vigencia hoy”, dijo Idiáquez.

Báez, un estudioso de la Biblia que regresó a Nicaragua hace nueve años desde Roma tras vivir treinta años fuera del país, tenía otra forma más directa de comunicarse: las redes sociales. Lo que inicialmente fue una forma de “comunicar una interpretación de la realidad desde la vision cristiana”, ha adquirido una urgencia distinta desde el inicio de las protestas, al convertirse en una fuente de noticias y de consuelo. Las redes sociales también son el lugar donde Báez ha sido intensamente criticado por decenas de cuentas a favor del gobierno, creadas después del comienzo de la crisis.

Si un sacerdote le dice que una persona joven ha sido asesinada, “eso yo lo transmito y entonces va no solo la verdad sino que va el testimonio del sacerdote y al mismo tiempo va mi solidaridad humana”, señaló Báez.

“Mis redes sociales me han vuelto también un enemigo terrible del gobierno”, dijo.

A threat, self destruction and peace

There is a general perception that humanity is not well situated, because an absurd accumulation of wealth in few hands exists in the midst of a sea of misery and hunger. Brazil’s situation is no better. We live perplexed by all the evils committed, destroying workers rights and internationalizing the national wealth that sustains our sovereignty as a people. Those who carried out the coup against President Dilma Rousseff have a radically neoliberal plan which they are ready to fully implement, with no concern for the resulting atrocious crisis and the destruction of any ray of hope.
The treatment of refugees in Europe, rejecting their presence in Italy and Great Britain, and worse yet, in Hungary and in the very Catholic Poland, has reach a high level of inhumanity. The policy of U.S. President Donald Trump, of tearing children from the arms of their immigrant parents and throwing them into cages, speaks of a crass barbarity and total lack of humanitarian feelings.
It has been said that “no human being is an island… because of that do not ever ask for whom the bell tolls. The bell tolls for you, for me, for all humanity”.
If the darkness that engulfs our spirits is great, greater still is our yearning for light. Do not let the lunacy mentioned above have the last word.
The most important word and the last that resounds among us and that unifies us with all of humanity is the word of solidarity and compassion with the victims, the word of peace and good sense in the relationships among the people.
Tragedies show us the dimension of the inhumanity of which we are capable. But those tragedies also bring to light the truly human that inhabits us, far beyond the differences of race, ideology and religious beliefs. The human in us causes us to cry together, to wipe each other tears together, to pray together, to seek justice together, to build peace and renounce revenge together.
The wisdom of the people and the voice of our conscience tell us that a State that opted to become a terrorist state, such as the United States under George W. Bush, will not defeat terrorism. Nor will the hatred for Latin American immigrants strongly expressed by Donald Trump, bring peace. Tireless dialogue, open negotiations and a fair agreement erase the basis for refusing protection and strengthen peace.
The tragedies that touch us in the depth of our soul invite us to rethink the fundamentals of human coexistence in this new planetary phase and to care for our Common Home, the Earth, as Pope Francis urges in his encyclical letter on integral ecology.
The situation is urgent. This time there will be no Noah’s Arc to save some of us and let the rest perish. We must save us all, the community of human and non human life.
To that end we must abolish the word enemy. Fear creates the enemy. We exorcise fear when we bring close the distant one, and make of the near one a brother and a sister. We move away from fear and the enemy when we begin to dialogue, when we start to know each other, when we accept and respect each other; when we love each other; in a word, when we care for each other. To care for peaceful coexistence, solidarity and justice; to care for our environment so that it may be whole, facilitating the acknowledgement of each being’s intrinsic value; and to care for our beloved and generous Mother Earth.
If we care for each other as brothers and sisters the causes of fear disappear. No one needs to threaten another. We can walk our streets at night without fear of being assaulted and robbed.
That caring will only be effective if it comes with justice, such that the basic necessities of the most vulnerable are attended to, if the State becomes meaningful, by providing health care, schools, security and spaces for fellowship, culture and leisure.
Only that way we will enjoy the peace that can be reached when there is a minimum of general good will and a feeling of solidarity and well being in human relationships. This is the basic desire of the great majorities of human beings.

Leonardo BoffEco-Theologian-Philosopher, Earthcharter Commission

Free translation from the Spanish sent by
Melina Alfaro, alfaro_melina@yahoo.com.ar.
Done at REFUGIO DEL RIO GRANDE, Texas, EE.UU.

Apoyo contra la violencia en Nicaragua-CDDH-L.Boff

 Apoyo contra la violencia en Nicaragua por el CDDH de Petrópolis/Leonardo Boff

Queridos compañeros y compañeras del Cenid y querido José Argüello Lacayo

Como Presidente de honor de nuestro Centro de Defensa de los Derechos Humanos de Petrópolis, Rio. me uno al Centro Nicaraguense de Derechos Humanos que con su Comunicado de apoyo a los Obispos, hace una justa critica al gobierno que está perseguiendo, secuestrando y asesinando sus propos compatriotas. Repito las palabras del Papa Juan Pablo Ii: no hay guerra santa, ni guerra justa, ni guerra humanitária por que toda guerra mata y ofende a Dios. Lo mismo vale para quien comanda semejantes práticas contra su pueblo.

Estoy perplejo por el fecho de que un gobierno que condujo la liberación de Nicaragua pueda imitar las praticas del antigo dictador . El poder existe no para imponerse a su pueblo, sino para servirlo en justicia y en paz.

Nicaragua necesita del diálogo pero antes de todo necesita que las fuerzas represivas cesen de matar, especialmente a jovens. Esto es innaceptable. Nicaragua necesita paz y de nuevo paz.

Cito la más bella definición de la paz, consignada en la Carta de la Tierra que reza:

“La paz es la plenitud que resulta de relaciones correctas consigo mismo, con otras personas,, otras culturas, otras vidas, con la Tierra y con el Todo mayor del cual somos parte’ (n.16 f).

Es decir, la paz no existe en si misma. La paz es la conseqüência de relaciones correctas en todas las instancias personales, sociales, con la naturaleza y con el Todo mayor. Esta paz, fruto de tales relaciones, es lo que más deseamos al pueblo, al Gobierno y a toda Nicaragua.

Con la solidaridad del Centro de Defensa de los Derechos Humanos de Petróplis, Rio, y la mia personal nos sentimos unidos a todos Ustedes también en oración ante el Señor, príncipe de la paz.

Leonardo Boff, teólogo y presidente del CDDH de Petrópolis, Rio de Janeiro.

Petrópolis 21 de julio de 2018.

From: José Argüello Lacayo <teyocoya@gmail.com>
Date: sábado, 21 de julho de 2018 09:29
To: José Argüello Lacayo <teyocoya@gmail.com>
Subject: Silencios que matan

Silencios que matan

Respaldo a la Conferencia Espiscopal de Nicaragua0001-1_1425

Está confuso pero yo sueño

“Está oscuro pero canto porque la mañana va a llegar”, proclamó el poeta Thiago de Mello en la época sombría de la dictadura civil-militar de 1964.
“Está confuso pero sueño” digo yo en estos tiempos no menos sombríos. El sueño nadie te lo puede quitar. Él anticipa el futuro y anuncia el mañana.
Nadie puede decir lo que va a ser de este país después del golpe parlamentario-jurídico-mediático de 2016. Está escuro y todo está confuso, pero yo sueño. Este sueño está rondando por mi cabeza desde hace muchos días y he resuelto expresarlo para alimentar nuestra inquebrantable esperanza.
Sueño ver un Brasil construido desde abajo hacia arriba y desde dentro hacia fuera, forjando una democracia popular, participativa y socio-ecológica, y reconociendo a la naturaleza y a la Madre Tierra como nuevos ciudadanos con derechos.
Sueño ver al pueblo organizado en redes de movimientos, un pueblo ciudadano con competencia social para generar sus propias oportunidades y moldear su propio destino, libre de la dependencia de los poderosos, recuperando su autoestima.
Sueño ver plenamente realizada la utopía mínima de comer al menos tres veces al día, de vivir con decencia, de asistir ocho años a la escuela, de recibir por su trabajo un salario que satisfaga las necesidades esenciales de toda la familia, de tener acceso a la salud básica y después de haber trabajado durante toda una vida, recibir una jubilación digna para enfrentar serenamente los achaques de la vejez.
Sueño ver celebrado el matrimonio entre el saber popular, hecho de experiencias, y el saber académico, hecho de estudios, construyendo entre ambos un país para todos, sin excesos y también sin carencias.
Sueño ver al pueblo celebrando sus fiestas con mucha comida y alegría, bailando su San Juan, su Bumba-meu-Boi, su samba, su frevo y su espléndido carnaval, expresión de una sociedad sufrida, pero que se encuentra en la fraternura y en la celebración alegre de la vida.
Sueño ver a los que han sido condenados a perder siempre, sentirse victoriosos porque el sufrimiento no fue en vano y los hizo madurar para construir, junto con otros, un Brasil diferente, uno y diverso, hospitalario y alegre.
Sueño contar con políticos que se abajan para estar a la altura de los ojos del otro, despojados de arrogancia, conscientes de representar las demandas populares, haciendo de la política cuidado diligente de la cosa pública.
Sueño poder andar por ahí de noche sin miedo a ser asaltado o víctima de balas perdidas, pudiendo disfrutar de la libertad de hablar y criticar en las redes sociales sin ser inmediatamente ofendido y difamado.
Sueño contemplar nuestras selvas verdes, nuestros inmensos ríos regenerados, nuestros soberbios paisajes y la biodiversidad preservada, renovando el pacto natural con la Madre Tierra que nos da todo, reconociendo sus derechos y por eso tratándola con veneración y cuidado.
Sueño ver al pueblo místico y religioso venerando a Dios como le gusta, sintiéndose acompañado por espíritus buenos, por fuerzas portadoras de la energía cósmica del axé, dando un carácter mágico a la realidad, con la convicción de que, al final, por causa de Dios, Padre-y-Madre de infinita bondad y misericordia, todo va a salir bien.
Sueño que este sueño no sea sólo un sueño sino una realidad dichosa y factible, fruto maduro de tantos siglos de resistencia, de lucha, de lágrimas, de sudor y de sangre.
Sólo entonces, solamente entonces, podremos reír y cantar, cantar y bailar, bailar y celebrar un Brasil nuevo, el mayor país latino del mundo, una de las provincias más ricas y bellas de la Tierra que la evolución o Dios nos entregaron

Termino con los versos de un poeta y cantor de las Comunidades de Base, José Viicente.qur dice:”Sueño que se sueña solo puede ser pura ilusión,pero el sueño que se sueña junto es señal de solución.Por eso, compañeros y compañeras, vamos soñar ligero,soñar en mutirón”.

Así lo quiere el pueblo brasileño y Dios nos ayude.

*Leonardo Boff es escritor y ha publicado Brasil: concluir la refundación o prolongar la dependencia, Vozes 2018.

Traducción de Mª José Gavito Milano