ALFABETIZAÇÃO ECOLÓGICA – ESPAÇO DE INICIAÇÃO AMOROSA:W.Boff

Waldemar Boff, estudou nos USA, foi redator de revista e coordena uma ONG:SEOP (Serviço de Educação e Organização Popular) cuja ação se concentra em Petrópolis em em Macaé, junto ao rio Surui,dedicando-se à população pobre e marginalizada. Mantém três creches para famílias pobres, cujas mãe têm que sair para trabalhar. Organizou cooperativas de produção agrícola orgânica e atualmente todo o esforço se reduz a ajudar a matar a fome de pessoas que já não recebem a bolsa família e passam extrema necessidade.Com espírito franciscano ama e cuida da natureza e mais que tudo os mais vulneráveis que são as crianças pobres. Tem trabalhado o tema da educação, educação pela pele, pelo toque para que as pessoas se sintam inseridas em nossa humanidade e em nossa fraternidade. Publicamos este texto pois é o que vive com a sua “gente poverella” na Baixada Fluminense. Lboff

Há uma alfabetização difícil e radical. Ela nos obriga à mudança, a outro aprendizado, à humildade e à reverência: é a alfabetização ecológica. As outras alfabetizações (gráfica, tecnológica e digital) geralmente nos colocam desafios operativos, raramente desafios filosófico-culturais.

A alfabetização ecológica desbanca o antropocentrismo e coloca no centro a admirável história da vida (biocentrismo). Desafia até certo ponto o lógos ordenador para instaurar o éros, como força desorganizadora e reorganizadora.

Ademais, a aventura da vida sobre a terra nos indica o nosso lugar no conjunto e outra forma de nos organizarmos socialmente. Afinal, a vida conseguiu ser sustentável e equilibrada através um sistema flexível de redes, de ciclos, de fluxos, de expansão e equilíbrio dinâmico. Os valores que configuram nossa sociedade (individualismo, racionalismo, oposição, competição, materialismo) causam desigualdades, desequilíbrios, agressões e loucura. O resultado é a perda da alegria de viver e a tirania do desejo insaciável.

A exacerbação da razão e a brutalidade das relações nos levaram à atual deselegância social e à vulnerabilidade dos serviços ambientais. A razão enlouquecida e uma civilização estressada nos aceleram o passo e nos fazem esquecer da necessidade da pausa e do descanso. Com isto sai a paz mansa e entra o desassossego turbulento.

A natureza que te circunda, a paisagem do teu território, é um espaço em que você pode se iniciar ou ser ajudado(a) a se iniciar no observar, no maravilhar-se, no enamoramento, na louvação, na ação de graças e na reverência. É uma liturgia pagã, sadia e radicalmente religiosa, isto é, que religa você ao universo criado.

Na alfabetização ecológica importa inicialmente que você pare, se cale e se deixe tocar pela natureza. Permitir que ela entre na sua vida como um outro diverso, mas da mesma família. Isto pode lhe custar muito, porque as coisas vivas freqüentemente nos são objetos sem alma, para nos servir. Parar, sentar-se, calar, exterior e interiormente, para poder ver, ouvir, sentir e degustar o que a vida tem a nos dizer, a nos ensinar, a nos enlevar é um exercício espiritual.

Quando você descobrir que a natureza é um outro e não simplesmente um amontoado de objetos e coisas vivas entre si relacionadas, quando se der conta de que todas essas “coisas” são sujeitos, portadores de história, subjetividade e destino, então poderás entrar em relação de igualdade, respeito e reciprocidade, não simplesmente em relação utilitária, subalterna e fruidora.

O relacionamento amoroso entre duas pessoas é interativo. Os amantes alternam-se nos papéis. Ora um toma a iniciativa e o outro acolhe, ora o que acolhe retorna oferecendo um presente novo e inesperado. Assim, o diálogo entre amante e amado vai se tecendo por palavras, gestos, olhares, toques, abraços, enlevos e delícias.

Poderia ser parecido o teu relacionamento com a natureza, natura- a vida que vem continuamente nascendo, pulsando e acontecendo, quer a gente sinta ou não.

 Waldemar Boff  é educador popular e coordenador da ONG Serviço de Educacação e Organização Popular (SEOP)

Amor en tiempos de ira y de odio

Vivimos en el Brasil bolsonariano y en todo el mundo tiempos de ira y de odio, fruto del fundamentalismo y de la intolerancia, como se vio en Sri Lanka donde cientos de cristianos fueron asesinados en el momento en que celebraban la victoria del amor sobre la muerte en la fiesta de resurrección.
Este escenario macabro nos lleva a renovar la esperanza de que, a pesar de todo, el amor es más fuerte que la muerte.

La palabra amor se ha banalizado. Es amor de aquí y amor de allí, amor en todos los anuncios que se dirigen más a los bolsillos que a los corazones. Tenemos que rescatar la sacralidad del amor. No disponemos de un nombre mejor o mayor para imaginar la Última Realidad, Dios, sino diciendo que ella es amor.

Tenemos que innovar nuestro discurso sobre el amor para que su naturaleza y amplitud resplandezca y nos caliente. Para eso es importante incorporar las contribuciones que nos vienen de las distintas ciencias de la Tierra (Fritjof Capra), especialmente de la biología (Humberto Maturana) y de los estudios sobre el proceso cosmogénico (Brian Swimme). Cada vez está más claro que el amor es un dato objetivo de la realidad global, un evento feliz de la propia naturaleza de la cual somos parte.
Dos movimientos, entre otros, presiden el proceso cosmogénico y biogénico: la necesidad y la espontaneidad. La necesidad está en función de la supervivencia de cada ser; por eso uno ayuda al otro, en una red de relaciones incluyentes. La sinergia y la cooperación de todos con todos constituyen las fuerzas más fundamentales del universo, especialmente, entre los seres orgánicos. Es la dinámica objetiva del propio cosmos.

Junto con esa fuerza de la necesidad aparece también la espontaneidad. Los seres se relacionan e interactúan por pura gratuidad y alegría de convivir. Tal relación no responde a una necesidad. Ella se instaura para crear lazos nuevos en razón de cierta afinidad que surge espontáneamente y que produce deleite. Es el universo de lo sorprendente, de la fascinación, de algo imponderable. Es el adviento del amor.
Ese amor se da desde los primerísimos elementos basales, los quarks, que se relacionaron más allá de la necesidad, espontáneamente, atraídos unos por los otros. Surge un mundo gratuito, no necesario pero posible, espontáneo y real.

De esta forma, irrumpe la fuerza del amor que atraviesa todos los estadios de la evolución y enlaza a todos los seres dándoles afecto profundo y belleza. No hay una razón que los lleve a combinarse en lazos de espontaneidad y de libertad. Lo hacen por puro placer y por la alegría de estar juntos.

Se trata del amor cósmico que realiza lo que la mística siempre intuyó: la vigencia de la pura gratuidad. El místico Angelus Silesius dice: “La rosa no tiene un porqué. Florece por florecer. No se preocupa de si la admiran o no. Ella florece por florecer”.

¿No decimos que el sentido profundo de la vida es simplemente vivir? Así el amor florece en nosotros como fruto de una relación libre entre seres libres y con todos los demás seres.

Pero como humanos y autoconscientes podemos hacer del amor, que pertenece a la naturaleza de las cosas, un proyecto personal y civilizatorio: vivirlo conscientemente, crear las condiciones para que ocurra la amorización entre los seres inertes y vivos. Podemos enamorarnos de una estrella distante y establecer una historia de afecto con ella.

El amor es urgente en los días actuales, donde la fuerza de lo negativo, del anti-amor, parece prevalecer. Más que preguntar quién practica actos de terror hay que preguntar por qué fueron practicados. Seguramente el terror surgió porque faltó amor como relación que enlaza a los seres humanos en la bienaventurada experiencia de abrirse y acogerse jovialmente uno al otro.

Digámoslo con todas las palabras: el sistema social y económico mundial imperante no ama a las personas. Ama los bienes materiales, ama la fuerza de trabajo del trabajador, sus músculos, su saber, su producción artística y su capacidad de consumo. Pero no ama gratuitamente a las personas como personas.

Predicar el amor y gritar: “amémonos los unos a los otros como nosotros mismos nos amamos” es ser revolucionario. Es ser absolutamente anticultura dominante.

Hagamos del amor aquello que el gran florentino, Dante Alighieri, testimoniaba: “el amor que mueve el cielo y todas las estrellas”, y nosotros añadimos: el amor que mueve nuestras vidas, amor que es el nombre sacrosanto de la Fuente Originaria de todo Ser, Dios.

*Leonardo Boff es filósofo y teólogo y ha escrito: Reflexiones de un viejo teólogo y pensador, Vozes 2019.

Traducción de Mª José Gavito Milano

Una niña en el Parlamento inglés: nos están robando el futuro

Publicamos aquí el texto completo del discurso de Greta Thunberg ante los representantes del Parlamento británico. El discurso fue publicado por The Guardian el 23-04-2019 y en Brasil por la IHU el 25/4/19.

El texto no necesita comentarios. Por la voz de una niña de 16 años habla la humanidad entera, preocupada por el futuro que nos está siendo robado o por la civilización que puede terminar miserablemente debido a la irresponsabilidad humana de no cuidar las condiciones que hacen habitable la Casa Común, la Madre Tierra. En este espacio del blog abordamos muchas veces el riesgo de una catástrofe ecológico-social de dimensiones amenazadoras para el sistema-Tierra y el sistema-Vida. Usamos las fuentes científicas más seguras, por formar parte de la Iniciativa Internacional de la Carta de la Tierra (2000), uno de los primeros documentos en lanzar la alarma ecológica. Tal vez los niños sean los protagonistas de un nuevo despertar de la humanidad. Si ya no escuchamos a los niños, nuestros hijos e hijas y nuestros nietos y nietas, perderemos la capacidad de movilizarnos para salvar lo que podemos y debemos salvar. Debemos hacerlo al menos por amor a nuestros familiares a los que no queremos entregarles una Casa Común arruinada y a punto de caer. Lboff.

Este es el texto de la niña en el Parlamento:

Mi nombre es Greta Thunberg. Tengo 16 años. Vengo de Suecia. Y hablo en nombre de las futuras generaciones. Sé que muchos de ustedes no quieren oírnos, dicen que somos sólo niños. Pero sólo estamos repitiendo el mensaje de la ciencia climática unida.

Muchos de ustedes parecen preocupados porque estamos desperdiciando un valioso tiempo de clase, pero les garantizamos que regresaremos a la escuela tan pronto como ustedes comiencen a escuchar a la ciencia y a darnos un futuro. ¿Es realmente pedir mucho?

En el año 2030 tendré 26 años. Mi hermanita Beata tendrá 23. Así como muchos de sus hijos o nietos. Esa es una gran edad, fue lo que nos dijeron. Cuando tienes toda tu vida por delante. Pero no estoy tan segura de que sea tan buena para nosotros.

Tuve la suerte de nacer en un tiempo y lugar donde todos nos hablaban de soñar alto. Yo podría ser lo que quisiera. Podría vivir donde quisiera. Las personas como yo tenían todo lo que necesitábamos y mucho más. Cosas con las que nuestros abuelos no podían soñar. Teníamos todo lo que podríamos desear y, sin embargo, ahora podemos no tener nada.

Ahora, probablemente, ni siquiera tendremos un futuro.

Porque ese futuro fue vendido para que un pequeño número de personas pudieran ganar cantidades inimaginables de dinero. Nos ha sido robado cada vez que ustedes dijeron que el cielo era el límite y que sólo se vive una vez.

Ustedes nos mintieron. Nos dieron falsas esperanzas. Nos dijeron que el futuro era algo para esperar. Y lo más triste es que la mayoría de los niños ni siquiera tienen conciencia del destino que nos espera. No vamos a entender esto hasta que sea demasiado tarde. Y, sin embargo, somos los afortunados. Aquellos que serán más afectados ya están sufriendo las consecuencias. Pero sus voces no serán escuchadas.

¿Está conectado mi micrófono? ¿Pueden oírme?

En el año 2030, dentro de 10 años, 252 días y 10 horas, estaremos en una posición en que se desencadenará una reacción en cadena irreversible más allá del control humano, que probablemente llevará al final de nuestra civilización tal como la conocemos. Es decir, a menos que, en este momento, ocurran cambios permanentes y sin precedentes en todos los aspectos de la sociedad, incluyendo una reducción de las emisiones de CO2 de al menos el 50%.

Noten, por favor, que esos cálculos dependen de invenciones que aún no se han inventado a escala, invenciones que deberían limpiar la atmósfera de cantidades astronómicas de dióxido de carbono.

Además, estos cálculos no incluyen puntos de inflexión imprevisibles y ciclos de realimentación, como el extremadamente poderoso gas metano que escapa del permafrost ártico en rápido derretimiento.

Estos cálculos científicos tampoco incluyen el calentamiento oculto atrapado ya por la contaminación atmosférica tóxica. Ni el aspecto de la equidad –o de la justicia climática– claramente expresado en el Acuerdo de París, que es absolutamente necesario para que esto funcione a escala global.

También debemos tener en cuenta que estos son sólo cálculos. Estimaciones. Esto significa que estos “puntos de no retorno” pueden ocurrir un poco más temprano o más tarde de 2030. Nadie puede estar seguro. Sin embargo, podemos estar seguros de que ocurrirán aproximadamente en esos plazos, porque estos cálculos no son opiniones o suposiciones salvajes.

Estas proyecciones están sostenidas por determinaciones científicas, llevadas a cabo en todas las naciones a través del IPCC. Casi todos los principales órganos científicos nacionales del mundo entero apoyan sin reservas el trabajo y las conclusiones del IPCC.

¿Han oído lo que acabo de decir? ¿Estoy hablando claro? ¿Está conectado el micrófono? Porque estoy empezando a cuestionarme sobre esto.

En los últimos seis meses he viajado por toda Europa durante cientos de horas en trenes, coches y autobuses eléctricos, repitiendo una y otra vez estas palabras que cambian la vida. Pero nadie parece estar hablando de eso, y nada ha cambiado.

Cuando viajo para hablar en diferentes países, siempre me ofrecen ayuda para escribir sobre las políticas climáticas específicas en países específicos. Pero eso no es realmente necesario, porque el problema básico es el mismo en todas partes. Y el problema básico es que básicamente no se está haciendo nada para detener –o incluso retrasar– el colapso climático y ecológico, a pesar de todas las bellas palabras y promesas.

El Reino Unido, sin embargo, es muy especial. No sólo por su impresionante deuda histórica de carbono, sino también por su actual y muy creativa contabilidad de carbono.

Desde 1990, el Reino Unido ha alcanzado una reducción del 37% en sus emisiones territoriales de CO2, según el Global Carbon Project. Y eso suena muy impresionante. Pero esas cifras no incluyen las emisiones de la aviación, las de la navegación ni las asociadas a las importaciones y exportaciones. Si se incluyen estos números, la reducción es alrededor del 10% desde 1990, o una media del 0,4% al año, según el Tyndall Manchester.

La principal razón para esta reducción no es una consecuencia de las políticas climáticas, sino una directriz de la Unión Europea de 2001 sobre la calidad del aire, que esencialmente obligó al Reino Unido a cerrar sus antiguas y extremadamente contaminantes centrales de carbón y sustituirlas por centrales de gas menos contaminantes. Y cambiar de una fuente de energía desastrosa a otra menos desastrosa, por supuesto resultará en una reducción de las emisiones.

Pero el equívoco más peligroso sobre la crisis climática tal vez sea que tenemos que “reducir” nuestras emisiones. Porque eso está lejos de ser suficiente. Nuestras emisiones deben detenerse si queremos no superar de 1,5-2 ºC de calentamiento. La “reducción de las emisiones” es obviamente necesaria, pero es sólo el comienzo de un proceso rápido que debe llevar a parar dentro de unas décadas, o menos. Y por “parar” me refiero a cero líquido y luego rápidamente pasar a números negativos. Esto excluye a la mayoría de las políticas de hoy.

El hecho de estar hablando de “reducir” en vez de “parar” las emisiones tal vez sea la mayor fuerza detrás del continuo “business as usual”. El actual apoyo activo del Reino Unido a la nueva explotación de combustibles fósiles –por ejemplo, la industria del fracking de gas de esquisto en el Reino Unido, la expansión de sus campos de gas y petróleo del Mar del Norte, la expansión de los aeropuertos, así como el permiso para planear una nueva mina de carbón– sobrepasa el absurdo.

Este comportamiento continuado irresponsable, sin duda será recordado en la historia como uno de los mayores fracasos de la humanidad.

La gente siempre me dice a mí y a otros millones de escolares en huelga que debemos estar orgullosos de nosotros mismos por lo que conseguimos. Pero lo único que necesitamos es mirar la curva de emisiones. Y, lo siento, pero esa curva todavía está subiendo. Esa curva es lo único a lo que debemos mirar.

Cada vez que tomamos una decisión deberíamos preguntarnos: ¿cómo afectará esta decisión a esa curva? No deberíamos medir nuestra riqueza y nuestro éxito en el gráfico que muestra el crecimiento económico, sino en la curva que muestra las emisiones de gases de efecto invernadero. No deberíamos simplemente preguntar: “¿Tenemos suficiente dinero para continuar con eso?”, sino también: ¿Ya hemos ahorrado lo suficiente del presupuesto de carbono para gastar en eso?”. Esto debería y debe convertirse en el centro de nuestra nueva moneda.

Muchas personas dicen que no tenemos soluciones a la crisis climática. Y tienen razón. ¿Cómo podríamos tenerlas? ¿Cómo “solucionan” ustedes la mayor crisis que ha enfrentado la humanidad? ¿Cómo “solucionan” ustedes una guerra? ¿Cómo “solucionan” una ida a la Luna por primera vez? ¿Cómo “solucionan” la invención de nuevas invenciones?

La crisis climática es tanto la cuestión más fácil como la más difícil que enfrentamos. La más fácil, porque sabemos lo que debemos hacer. Tenemos que parar las emisiones de gases de efecto invernadero. La más difícil, porque nuestra economía actual todavía depende totalmente de la quema de combustibles fósiles y, con ello, de la destrucción de los ecosistemas, a fin de crear un crecimiento económico duradero.

“Entonces, exactamente, ¿cómo solucionamos eso?” Nos preguntan ustedes a nosotros, los niños y niñas de escuelas que estamos en huelga por el clima.

Y nosotros decimos: “Nadie lo sabe con seguridad, pero tenemos que dejar de quemar combustibles fósiles y restaurar la naturaleza y muchas otras cosas que tal vez no hayamos descubierto.

Entonces, ustedes dicen: “¡Eso no es una respuesta!”

Y nosotros les decimos: “Tenemos que empezar a tratar la crisis como una crisis y a actuar aunque no tengamos todas las soluciones”.

“Eso todavía no es una respuesta”, dicen ustedes

Entonces empezamos a hablar sobre la economía circular y la recuperación de la naturaleza y la necesidad de una transición justa. Y ustedes no entienden de lo que estamos hablando.

Nosotros decimos que todas estas soluciones necesarias no las conoce nadie y por lo tanto debemos unirnos siguiendo a la ciencia y encontrarlas juntos a lo largo del camino. Pero ustedes no escuchan, porque estas respuestas sirven para resolver una crisis que la mayoría de ustedes no entiende completamente. O no quiere entender.

Ustedes no escuchan a la ciencia porque están interesados sólo en soluciones que les permitan seguir adelante como antes. Como ahora. Y esas respuestas ya no existen. Porque ustedes no actuaron a tiempo.

Evitar el colapso del clima exigirá un “pensamiento de catedral”. Debemos echar los cimientos aunque todavía no podamos saber exactamente cómo construir el techo.

A veces simplemente tenemos que encontrar un camino. En el momento en que decidimos realizar algo, podemos hacer cualquier cosa. Y estoy segura de que en el momento en que empecemos a comportarnos como si estuviéramos en una emergencia, podremos evitar la catástrofe climática y ecológica. Los humanos somos muy adaptables: todavía podemos arreglar eso. Pero la oportunidad de hacerlo no durará mucho tiempo. Debemos empezar hoy. No tenemos más excusas.

Nosotros, los niños y niñas, no estamos sacrificando nuestra educación y nuestra infancia para que ustedes nos digan lo que ustedes consideran como políticamente posible en la sociedad que ustedes crearon. Nosotros no hemos venido a las calles para que ustedes se hagan selfies con nosotros y nos digan que admiran verdaderamente lo que hacemos.

Nosotros estamos haciendo esto para despertar a los adultos. Nosotros, los niños y niñas, estamos haciendo esto para que ustedes pongan sus diferencias a un lado y comiencen a actuar como si estuvieran en una crisis. Nosotros estamos haciendo esto porque queremos que vuelvan nuestras esperanzas y nuestros sueños.

Espero que mi micrófono esté conectado. Espero que todos ustedes me hayan oído.

Amor em tempos de ira e de ódio

Vivemos no Brasil bolsonariano e no mundo afora tempos de ira e de ódio, fruto do fundamentalismo e da intolerância como se viu em Siri Lanka onde centenas de cristãos foram assassinados no momento em que celebravam a vitória do amor sobre morte na festa de ressurreição.
Este cenário macabro nos faz renovar a esperança de que, apesar de tudo, o amor é mais forte do que a morte.
A palavra amor foi banalizada. É amor daqui é amor daí, amor em todos os anúncios que apelam mais para os bolsos do que para os corações. Temos que resgatar a sacralidade do amor. Não dispomos de um nome melhor ou maior para imaginar a Última Realidade, Deus, senão dizendo que ela é amor.
Precisamos inovar nosso discurso sobre o amor para que sua natureza e amplitude resplandeça e nos acalente. Para isso, importa incorporar as contribuições que nos vêm das várias ciências da Terra (Fritjof Capra), especialmente da biologia (Humberto Maturana) e dos estudos sobre o processo cosmogênico (Brian Swimme). Mais e mais fica claro que o amor é um dado objetivo da realidade global, um evento feliz da própria natureza da qual somos parte.
Dois movimentos, entre outros, presidem o processo cosmogênico e biogênico: a necessidade e a espontaneidade. A necessidade está em função da sobrevivência de cada ser; por isso um ajuda o outro, numa rede de relações includentes. A sinergia e a cooperação de todos com todos constituem as forças mais fundamentais do universo, especialmente, entre os seres orgânicos. É a dinâmica objetiva do próprio cosmos.
Junto com essa força de necessidade comparece também a espontaneidade. Seres se relacionam e interagem por pura gratuidade e alegria de conviver. Tal relação não responde a uma necessidade. Ela se instaura para criar laços novos, em razão de certa afinidade que emerge espontaneamente e que produz o deleite. É o universo do surpreendente, do fascínio, de algo imponderável. É o advento do amor.
Esse amor se dá desde os primeiríssimos elementos basilares, os quarks, que se relacionaram para além da necessidade, espontaneamente, atraídos uns pelos outros. Surge um mundo gratuito, não necessário mas possível, espontâneo e real.
Desta forma, irrompe a força do amor que perpassa todos os estágios da evolução e enlaça todos os seres dando-lhes estremecimento e beleza. Não há razão que os leve a se comporem em laços de espontaneidade e de liberdade. Fazem-no por puro prazer e por alegria de estarem juntos.
Trata-se do amor cósmico que realiza o que a mística sempre intuiu: vigência da pura gratuidade. Diz o místico Angelus Silesius: “A rosa não tem por quê. Ela floresce por florescer. Ela não cuida se a admiram ou não. Era floresce por florescer”.
Não dizemos que o sentido profundo da vida é simplesmente viver? Assim o amor floresce em nós como fruto de uma relação livre entre seres livres e com com todos os demais seres.
Mas como humanos e autoconscientes, podemos fazer do amor que pertence à natureza das coisas, um projeto pessoal e civilizatório: vive-lo conscientemente, criarmos as condições para que a amorização aconteça entre os seres inertes e vivos. Podemos nos enamorar de uma estrela distante e fazer uma história de afeto com ela.
O amor é urgente nos dias atuais onde a força do negativo, do anti-amor, parece prevalecer. Mais que perguntar quem pratica atos de terror é perguntar por que foram praticados? Seguramente o terror surgiu porque faltou o amor como relação que enlaça os seres humanos na bem-aventurada experiência de se abrir e acolher jovialmente um ao outro.
Digamo-lo com todas as palavras: o sistema mundial imperante não ama as pessoas. Ele ama bens materiais, ama a força de trabalho do operário, seus músculos, seu saber, sua produção artística e sua capacidade de consumo. Mas não ama gratuitamente as pessoas como pessoas.
Pregar o amor e gritar: “amemo-nos uns aos outros como nós mesmos nos amamos” é ser revolucionário. É ser absolutamente anti-cultura dominante.
Façamos do amor aquilo que o grande florentino, Dante Alignieri, testemunhava: “o amor que move o céu e todas as estrelas” e nós acrescentamos: o amor que move nossas vidas, amor que é o nome sacrossanto da Fonte Originária de todo o Ser, Deus.

Leonardo Boff é filósofo e teólogo e escreveu:Reflexões de um velho teólogo e pensador, Vozes 2019.